Este breve escrito es una reflexión personal sobre la persona de María, buscando en el evangelio una respuesta a la pregunta ¿cómo era María?, ¿qué me dice realmente el Evangelio? Extrayendo de los evangelios todas las citas que hablan de María he aprendido mucho de ella, hasta podría sacar un “perfil”, saber sus características personales. Pero, al igual que le pasó a María y que voy a explicar a continuación, buscando la respuesta a esta pregunta, he encontrado algo que no buscaba. Me he dado cuenta de que María no es un personaje estático, inmutable, sino que evoluciona y cambia como madre y como mujer.
La clave la he encontrado en las ocasiones en qué María busca a su hijo cada vez que lo pierde. En esta pérdida-búsqueda está el cambio de María. Cada vez que esto ocurre (en tres ocasiones), María se lleva un buen batacazo que la hace reflexionar, meditar, y cambiar, de tal forma que al final es capaz de encontrar a Jesús. Veámoslo.
Primer “pierde - busca - encuentra" de María
Lc 2,41-46: Jesús adolescente, decide quedarse en el Templo a escuchar y hablar con los doctores de la ley, en vez de regresar con sus padres. Éstos, que ya estaban de camino a su casa, se dan cuenta de que lo han perdido, y regresan al templo. Cuando lo encuentran, María, como buena madre, reprende a Jesús que ya apuntaba maneras.
Pierde a Jesús como niño y, por tanto, dependiente de sus padres, y encuentra a un adolescente con aires de independencia. Deja de ser una madre protectora, y pasa a ser una madre que debe ejercer su autoridad (Lc. 2,50-51b) para que el adolescente no se les vuelva a perder.
Segundo “pierde - busca - encuentra" de María
Mc 3,31-32 (Mt 12,46-50; Lc 8,19-21): María y los hermanos y las hermanas de Jesús lo están buscando y lo encuentran predicando a la multitud. ¿Y qué se encuentran? A un Jesús que los quiere más por ser sus ovejas que por ser familia. De nuevo, María buscaba a su hijo, y se encuentra a un pastor. Pasa de ser madre a ser discípula. Pierde a Jesús hijo, y encuentra a Jesús maestro. A partir de este momento los evangelistas ya no se refieren a ella como su madre.
Tercer “pierde - busca - encuentra" de María
Jn 19,25-27: “Jesús, entonces, viendo a la madre y, al lado de ella, a su discípulo predilecto, dijo a la madre: “Mujer, mira a tu hijo.” Luego dijo al discípulo: “Mira a tu madre.” María pierde al pastor, y se encuentra ella misma siendo semilla del Reino de Dios. Jesús les encarga a ambos (al discípulo y a la mujer) que deben continuar con el anuncio del Reino, acogiéndose uno al otro. El amor fraterno que se ha creado entre los seguidores de Jesús no entiende de parentescos ni de sangre. El Reino de Dios se construye con el amor que nos ha dado Jesús, que es el de cuidarnos y servirnos unos a otros.
A María se le aparece el ángel Gabriel para decirle que concebirá un hijo por el poder del Espíritu Santo. En la cruz, este ángel es el mismo Jesús, que le dice que tiene que seguir adelante en la construcción del Reino de Dios.
Estos tres casos de María “pérdida-búsqueda-encuentro” reflejan no sólo un proceso de autocomprensión de María y de su hijo, sino también un proceso que podemos encontrar en nuestras propias vidas, un proceso de descubrimiento y redescubrimiento sobre quién somos, cuál es nuestra misión y cómo nuestras relaciones y nuestra comprensión de los demás siguen cambiando nuestras vidas.
Todos sabemos que vivimos en un mundo definido por el modelo económico capitalista, donde casi toda nuestra actividad se centra en el trabajo, en la forma de obtener dinero para poder vivir. La capacidad adquisitiva marca nuestro estilo de vida, nuestras costumbres y hábitos, nuestras relaciones y hasta el desarrollo de nuestras capacidades. Y en este mundo, organizado así, las mujeres tenemos un reto añadido.
Nosotras sabemos qué nos pasa cuando tenemos la menstruación: cansancio, dolor, malhumor, susceptibilidad y, lo que es peor, el sangrado. A pesar de ello, con una pastilla para el dolor, quizá otra para controlar el estado de ánimo, y una buena compresa, tampón u otro dispositivo, podemos seguir adelante y estar a la altura de las exigencias. No me voy a centrar en el gasto extra que esto supone. No nacemos con estas pastillas en las manos, ni tampoco con las compresas. Tenemos que comprarlo, y para según qué producto, ¡hasta pagamos el IVA! De modo que ser mujer conlleva un gasto adicional.
Lo que acabo de describir es nuestra suerte en España o en cualquier país desarrollado. Pero, ¿qué pasa en los países en vías de desarrollo? ¿Qué pasa en Etiopía? ¿Qué les pasa a las estudiantes adolescentes en las escuelas rurales de Meki, donde trabajamos?
Les pasa exactamente igual que a nosotras, pero con la diferencia de que no tienen recursos ni para las “pastillas mágicas” ni para comprar compresas. Es frecuente ver a niñas que se duermen en clase, o que parece que estén en otro sitio, que no juegan en la hora del recreo y se muestran poco participativas y reservadas. Son primerizas en la menstruación, que para ellas es un tema tabú; de repente ya no son niñas, sino mujeres porque ya pueden procrear. Ahora la sociedad las mira diferente, y ellas necesitan tiempo para asumir los cambios.
Además de lo anterior, lo más frecuente es constatar la “falta” en las listas de asistencia a clase. Es decir, la mayoría de las chicas adolescentes tienen una ausencia escolar de un promedio de tres días al mes debido a la menstruación. ¿Por qué? Algunos motivos son culturales: vergüenza, tabú, impureza, etc. Otros serían los mismos que tendría cualquier mujer en países más desarrollados si no dispusieran de un “kit de mujer”: no se encuentran bien y/o no tienen medios para controlar el sangrado. Quizás los días que faltan a clase son precisamente los días de los exámenes finales… O se han perdido la clase del tema que sale en los exámenes, o simplemente han perdido el hilo de la historia de su país y ahora les cuesta más seguir la explicación del profesor.
En el proyecto “Aulas para la Igualdad”, que llevamos a cabo en tres escuelas rurales de la zona de Meki, les hablamos a los alumnos y a las alumnas sobre el respeto a los derechos humanos, sobre aquellas situaciones cotidianas y de la vida que se dan en detrimento de estos derechos y en las que las mujeres, por desgracia, solemos ser la parte más directamente perjudicada.
Además de estas sesiones educativas, queremos cortar de raíz el problema de la ausencia escolar debido a la menstruación. No es justo que una chica no pase los exámenes porque no ha podido hacerlos, o porque su asistencia a clase ha sido irregular y tiene lagunas en los conocimientos aprendidos. Y esto tiene una solución inmediata.
Los “Girl’s Clubs”, que en español lo podemos traducir por “equipos de chicas adolescentes”, son grupos que se organizan en el ámbito escolar. Es una iniciativa que se lleva a cabo en varios países africanos y que tiene muy buena respuesta. Se trata de formar grupos de chicas adolescentes, con una maestra como líder o responsable, que se reúnen quincenalmente y en los que se tratan temas sobre la salud de la mujer, la adolescencia, los cambios corporales como la menstruación, sus tabúes, y creencias, sus derechos como mujeres e igualdad con respecto a los hombres, además de otras dudas e inquietudes. También preparan cortas representaciones teatrales en las que se escenifican situaciones de desigualdad que se dan en su vida diaria y que exhiben, con mucho éxito, durante el festival de la escuela, el día de fin del curso.
Nosotras hemos querido apoyarlas con otras actividades complementarias como, por ejemplo, dinámicas de grupo para reforzar su autoestima, o con la elaboración de compresas para la menstruación.
En las zonas rurales un paquete de compresas, que no siempre se encuentran a la venta, es muy costoso y las chicas no pueden permitirse este gasto de forma mensual y durante la mayor parte de su vida. Normalmente las mujeres usan trapitos y evitan salir de sus casas. Lo que les proponemos hacer a las chicas del grupo de adolescentes es un taller en el que aprenden a confeccionar compresas lavables y reutilizables. Confeccionar una compresa de este tipo puede costar lo mismo que un paquete de compresas convencional con la diferencia de que el gasto se realiza una o dos veces al año, dependiendo del uso y el cuidado. Además, las obsequiamos con unas braguitas y una pastilla de jabón para lavarlas. En el taller utilizamos una compresa ya elaborada como modelo y van siguiendo los pasos hasta completarlas. Obviamente no todas tienen la misma destreza en la costura, pero con la práctica van mejorando. Les enseñamos cómo se utilizan y cómo mantener una buena higiene femenina. Además, y con coordinación con el programa de educación en salud y primeros auxilios que también realizamos en las escuelas, les proporcionamos, cuando lo necesitan, medicamentos para calmar el dolor y puedan atender clases con mejor disposición.
Y de esta manera ya tienen el “kit de mujer”, listas para la escuela, listas para el trabajo, y listas para seguir superando obstáculos en la carrera por una vida digna en la que haya igualdad de oportunidades para todas y todos.
Abiy Ahmed Ali, presidente de Etiopía, premio nobel de la Paz 2019
Italia se anexó Eritrea como colonia de su país en 1890 (la primera colonia italiana en África), y permaneció en la zona hasta el 1941, cuando durante la Segunda Guerra Mundial perdió sus territorios ocupados ante las fuerzas aliadas. Entonces Gran Bretaña tomó el relevo, y Eritrea estuvo bajo dominación británica hasta el año 1952. Al terminar dicha dominación, Eritrea permaneció como un estado federado de Etiopía hasta el 1961, pero lo cierto es que el emperador Haile Salassie fue reduciendo la autonomía eritrea hasta que el país pasó a ser una región más de Etiopía. Como reacción, empezaron a organizarse diferentes grupos eritreos con el objetivo de luchar por su independencia.
El conflicto (con toda clase de luchas, batallas y miles de desplazados) duró hasta el 1991, año en el que se celebró un referéndum en Eritrea, cuyo resultado fue, en 1993, la proclamación de su independencia. No obstante, quedaban por aclarar los límites territoriales entre ambos estados, y los desacuerdos por el control fronterizo desembocaron en un conflicto bélico en 1998.
El año 2000 Etiopía consiguió ocupar una cuarta parte de los territorios disputados, cosa que provocó la rendición del ejército eritreo y la firma de un tratado de paz en Argel, mediado por la ONU. En este acuerdo se establecía la soberanía de los territorios disputados. Etiopía, aunque en unos inicios estuvo de acuerdo con el tratado, no estaba dispuesta a ceder la zona de Badme y consecuentemente los conflictos continuaron en esta zona después del acuerdo de paz.
Los dos países se mantenían aislados uno del otro, con las fronteras cerradas y la imposibilidad de que nadie se desplazara ambos países. Familias con miembros a ambos lados de la frontera no tenían forma de visitarse, y ni siquiera de comunicarse. La conferencia episcopal etíope, que abarca Etiopía y Eritrea, ¡tenía que reunirse en Roma!
Esta penosa situación terminó el año pasado, 2018, por iniciativa del presidente etíope Dr. Abiy Ahmed Ali, que decidió reunirse con su homólogo eritreo para firmar un documento que declara el fin de estado de guerra, y hacer efectivo el acuerdo de paz del año 2000 en Argel.
Esta actuación, entre otras, ha hecho merecedor a Abiy Ahmed Ali del Premio Nobel de la Paz de este año, anunciado el 11 de este mes de octubre. El premio fue recibido con orgullo por millones de etíopes, que así vieron como su presidente daba una nueva voz al mundo, una voz de pueblo orgulloso pero también pacífico, que “cansado” de luchar con sus vecinos optó decididamente por la paz.
Queda mucho por hacer, desde luego, pero es evidente que el Dr. Abiy Ahmed Ali ha abierto puertas, y lo que es más importante, ha despertado la esperanza entre los etíopes de que las cosas realmente pueden cambiar y que podrán disfrutar, en un futuro quizás no muy lejano, de un mundo más unido en el que las fronteras sean puentes abiertos y no muros de separación.